lunes, 26 de diciembre de 2011

Hua hu ching----LAO TSE

No te dejes atrapar por superficialidades espirituales.
Cantar no es más sagrado que escuchar el murmullo del
arroyo, pasar entre tus dedos las cuentas de un rosario
no es más sagrado que respirar, vestir hábitos
religiosos no es más espiritual que usar ropa de trabajo.



Si te la pasas rindiendo culto a deidades y a
instituciones religiosas como si fueran la fuente
de la verdad sutil, colocarás intermediarios entre
lo divino y tú y acabarás siendo un mendigo que
busca afuera lo que abunda en el interior de su
corazón.
No traces una línea entre lo que es espiritual y lo
que no lo es. Si separas tu vida espiritual de tu
vida ordinaria, no estarás en el Sendero.
La suprema verdad no puede expresarse con
palabras. Por eso, el verdadero maestro no tiene
nada que decir y, simplemente, sin preocuparse,
se da a sí mismo en el servicio que presta.

No creas que alcanzarás la verdad acumulando
conocimientos. El conocimiento engendra a la duda, y
la duda te hace tener hambre de más conocimientos.
Trata de vivir de una manera holística. No exageres la
importancia del intelecto. Al contrario: integra mente,
cuerpo y espíritu en todas las cosas. Si lo haces,
llegarás a ser maestro del conocimiento, en lugar de
ser víctima de los conceptos.

No creas que porque meditas silenciosamente
estás clarificando tu mente.
La claridad de la mente no se alcanza con sólo huir
del mundo.
Cuando honres a tus padres, ames a tus hijos,
ayudes a tus hermanos, seas leal con tus amigos,
cuides a tu pareja con devoción, trabajes con
alegría y asumas tus responsabilidades; cuando
practiques la virtud sin exigirla primero a los
demás; cuando, aunque comprendas las verdades
supremas, mantengas una forma ordinaria de
proceder, entonces —y sólo entonces— habrá
claridad en tu mente y sabrás que tu forma de
meditar es la correcta.

Es parte de la ley cósmica que lo que digas y lo
que hagas determinará lo que suceda en tu vida.
Si defiendes una idea, otro luchará contra ella. Al
poco tiempo, los dos entrarán en conflicto con un
tercero y, muy pronto, toda tu vida será parloteo y
contradicción.
Cuando te des cuenta de que lo que haces a otro
te lo haces a ti mismo, habrás entendido la Gran
Verdad.

Todo momento es frágil.
Por hermosos que hayan sido los momentos del
pasado, no pueden conservarse; por gozosos que
sean los momentos del presente, no pueden
guardarse; por deseables que sean los momentos del
futuro, no pueden atraparse.
La mente, en su empeño por detener el río en un
lugar, deja pasar por alto la simple verdad del
momento.

¡Ama la vida!
No tienes que esconderte en retiros espirituales.
Puedes ser un bondadoso eremita contemplativo
justo aquí, en medio del ajetreo del cotidiano
vivir.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario