lunes, 15 de marzo de 2021

PSICOLOGÍA DE LOS HIPÓCRITAS. .

 “El hábito de la mentira paraliza la lengua del hipócrita cuando llega la hora de decir la verdad” (José Ingenieros).

 El diccionario de la Lengua Española académico define los términos hipocresía e hipócrita de la siguiente manera:

“Hipocresía: Fingimiento y apariencia de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan” “Hipócrita: Que finge o aparenta lo que no es o lo que no siente”.

 Sostiene Ingenieros que: “La hipocresía es más honda que la mentira. Esta puede ser accidental, aquella permanente. El hipócrita – amplía” - transforma su vida en una mentira metódicamente organizada. Hace todo lo contrario de lo que dice, toda vez que ello le reporte un beneficio inmediato” (ob. cit., pág.87)

 De las ideas presindicadas se infiere que la mentira es la materia prima de los hipócritas, vale decir, el hipócrita es necesariamente mentiroso, y en virtud de esta cualidad es, sobre todo, un ser simulador, cínico, desconfiable y traicionero.

Si la hipocresía es una de las más perversas expresiones del egoísmo, los hipócritas son por naturaleza egoístas. Para ellos el yo de los demás carece de importancia. Sólo importa su propio yo. De ahí que siempre actúen movidos por sus particulares intereses, nunca inspirado en el interés colectivo.

 Los hipócritas suelen tener cómplices circunstanciales, pero no amigos fieles y permanentes. Son utilitarios, oportunistas, individualistas y ambiciosos; pero fundamentalmente traicioneros. Con tal de materializar sus planes o propósitos son capaces de traicionar hasta su más íntimos amigos o más cercanos parientes.

 El hipócrita es un ser peligroso a quien hay que temer. En él todo es falsedad, engaño y apariencia. Por eso ríe cuando desea llorar y llora cuando quiere sonreír. Receta la medicina para curar el mal que él mismo ha provocado y suele desear larga vida al ser que desearía ver muerto. E l triunfo ajeno constituye su propia derrota. Por eso odia reconocer el mérito de los demás, y cuando lo hace, sus elogios resultan ser siempre falsos, irónicos y sarcásticos.

Estos individuos se rebajan sin saberlo. Su propia condición los transforma en entes chismosos, envidiosos, intrigantes y mediocres.

Conocer su verdadera identidad no siempre resulta fácil, pues aparte de actuar con gran habilidad, astucia y sagacidad, están también dotados de una increíble capacidad histriónica. Proceden como esos veteranos actores cuyos rostros parecen estar cubiertos por máscaras invisibles que les permiten ejecutar libremente sus maléficas acciones.

 Más, sin embargo, conviene hacer todo lo posible para identificar en cualquier lugar a estos magos de la simulación, como única forma de no perecer devorado por sus garras mortíferas.

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