lunes, 4 de marzo de 2013

No te ates

¿Qué hace falta para despertarse?
No hace falta esfuerzo ni juventud ni dis­currir mucho.
Sólo hace falta una cosa, la capacidad de pensar algo nuevo, de ver algo nuevo, de ver algo nuevo y de descubrir lo desconocido. Es la capa­cidad de movernos fuera de los esque­mas que tenemos.
Ser capaz de saltar sobre los esquemas y mirar con ojos nuevos la realidad
que no cambia.

El que piensa como marxista, no piensa; el que piensa como budista, no piensa; el que piensa como musulmán, no piensa... y el que piensa como católico, tampoco piensa.
Ellos son pensados por su ideología. Tú eres un esclavo en tanto y en cuanto
no puedes pensar por encima de tu ideología. Vives dormido y pensado por
una idea.
El profeta no se deja lle­var por ninguna ideología, y por ello es tan mal
recibido. El profeta es el pionero, que se atreve a elevarse por encima de los
esquemas, abriendo camino.
La Buena Nueva fue rechazada por­que no querían la liberación personal,
sino un caudillo que los guiase. Tememos el riesgo de volar por noso­tros
mismos. Tenemos miedo a la li­bertad, a la soledad, y preferimos ser esclavos de unos esquemas. Nos ata­mos voluntariamente, llenándonos de pesadas cadenas, y luego nos queja­mos de no ser libres.
¿Quién te tiene que liberar si ni tú mismo eres cons­ciente de tus cadenas?
Las mujeres se atan a sus maridos, a sus hijos. Los maridos a sus mujeres, a sus negocios. Todos nos atamos a los deseos y nuestro argumento y justifi­cación es el amor.
¿Qué amor? La rea­lidad es que nos amamos a nosotros mismos, pero con un amor adulterado y raquítico que sólo abarca el yo, el ego. Ni siquiera somos capaces de amarnos a nosotros mismos en libertad.
Entonces, ¿cómo vamos a saber amar a los demás, aunque sean nuestros
es­posos o nuestros hijos? Nos hemos acostumbrado a la cárcel de lo
viejo y preferimos dormir para no descubrir la libertad que supone lo nuevo.
 
Lo peor y más peligroso del que duerme es creer que está despierto y confundir sus sueños con la realidad.
 
No confundas los sueños ,Vosotros estáis dormidos porque, si no, ya no necesitarías venir a este cur­so.
Si ya lo vierais todo con ojos nue­vos, ya no necesitaríais venir a
desper­taros. Pero, si sois capaces de recono­ceros dormidos, ser
conscientes de que no estáis despiertos, ya es un paso. Pues lo peor y
más peligroso del que duer­me es creer que está despierto y con­fundir
sus sueños con la realidad. Lo primero que necesitáis para despertar, es
saber que estáis durmiendo y estáis soñando.

La religión es una cosa buena en sí, pero en manos de gente dormida pue­de hacer mucho daño. Y lo podemos ver muy claramente por la historia de una religión que, en el nombre de Dios, cometió tantas barbaridades creyendo que hacía el bien.
Si no sabes emplear la religión en esencia, en libertad, sin fanatismos
ni ideologías de un color u otro, puedes hacer mucho daño y, de hecho,
se sigue haciendo.

Para despertar hay que estar dispues­to a escucharlo todo, más allá de los cartelitos de buenos y malos, con receptividad, que no quiere decir credu­lidad.
Hay que cuestionarlo todo, aten­tos a descubrir las verdades que puede haber,
separándolas de las que no lo son. Si nos identificamos con las teo­rías
sin cuestionarlas con la razón -y sobre todo con la vida- y nos las
tra­gamos almacenándolas en la mente, es que seguimos dormidos
.
No has sabi­do asimilar esas verdades para hacer tus propios criterios. Hay que
ver las ver­dades, analizarlas y ponerlas a prueba, una vez cuestionadas.
Cuando la relación entre amigos no funciona lo bien que tú quisieras, pue­des aliviarla. Puedes pararte y comen­zar una tregua, pero si no has puesto al aire las premisas que
están debajo, el problema sigue en pie, y seguirá gene­rando sentimientos negativos.

El alma que hablar puede con los ojos
también puede besar con la mirada.

Si queres conocer la verdad no des ninguna opinión.
Ni a favor ni en contra.
Porque la lucha entre lo que a uno le gusta y lo que le
 disgusta es la enfermedad de la mente....

Tony de Mello

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