jueves, 19 de enero de 2012

5 promesas falsas de la meditación

Les cuento una historia: Yo empecé a meditar para estar “iluminado” y purgar todos los problemas de mi vida.

La fantasía no me duró mucho. Mis aspiraciones grandilocuentes se disiparon y ahora tengo un motivo más realista: Medito para mantener mi cerebro saludable y lo más lúcido posible.

Pero como todo en la vida, hay un lado oscuro. Las promesas más atorrantes de la meditación pueden socavar tu transformación personal por largos días:

1. Serás espiritual y no religioso: Momificarte como imbécil 20 minutos al día no te hace más espiritual. La meditación no es una práctica espiritual ¡La vida es una práctica espiritual! Meditar sólo te ayuda a darte cuenta de eso.

2. Querrás dejarlo todo para entregarte a una vida de devoción célibe: La “espiritualización” de la meditación es parte de las razones por las que la gente “racional” le rehúye. Meditar es una simple técnica de concentración. Lo espiritual es la intención, pero tu intención puede empezar siendo mundana, carnal y ególatra.

3. Todo será color de rosa: Meditar te ayuda a mirar el lado espinoso de la vida con otros ojos. Pero las espinas nunca desaparecerán, más bien, se harán más presentes con tu práctica meditativa.

4. Destruirás tu ego: La meditación más bien engorda tu ego. Esta práctica te hace más consciente. Al percatarse de esto, tu ego dice: “Oh, qué inteligente soy, ahora tengo una consciencia que los demás no tienen.” Las tradiciones miran este fenómeno sólo como una fase en el camino hacia la iluminación. Pero para meditadores de 20 minutos al día como tú y yo, esta nueva egolatría podría durar… ¡Toda la vida!

5. Alcanzarás estados alterados de consciencia: Ten cuidado. Tu presunto “estado alterado de consciencia” podría ser otro escondite más para evadir tus esqueletos en el clóset.

Desde luego que estas no son promesas de la meditación. Son promesas de tu ignorancia.
Y la promesa más burda de todas es el pecado de querer liberarte de la responsabilidad de tu transformación sólo porque cierras los ojos 20 minutos al día.
Sigue meditando, pero transfórmate en el camino.

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