domingo, 23 de junio de 2013

Un dia cualquiera...

Era un día cualquiera cuando un pobre labrador escuchó un ruido bajo la rueda del arado; desconcertado miró y descubrió un tronco lleno de monedas de oro. Toda una fortuna para él.
El hombre arrastró el tronco hasta su rancho y lo enterró profundamente en su jardín.

Pasaron los días y no sabía qué debía hacer con toda esa fortuna.
Imaginó todo lo que podría comprar y decidió dejarlo enterrado durante
un tiempo prudencial y usarlo poco a poco. Con ese tesoro, cualquier
cosa podía resolverse y por fin tenía una seguridad ante cualquier
imprevisto, calamidad o dura temporada.

Pero contar con ese tesoro, no sólo le dio seguridad, también cambió el carácter de nuestro
hombre, que empezó a mostrarse relajado y de ser una persona gruñona y
taciturna, pasó a ser un hombre chispeante y agradable. Su temor e
intolerancia dejaron paso a la confianza, la fe y la compasión. De
hecho, empezó a ver la vida como una experiencia hermosa y feliz,
sabiendo que, aunque lleguen cosas duras, sería capaz de hacerles
frente.

Toda la vida de este hombre, dio un giro radical para su propio bien y el de su familia, amigos y allegados, llegando incluso a transformar el estado de la comarca, pues al volverse un hombre
esforzado, positivo e influyente, su marco de acción se engrandeció
sustancialmente, tanto que la abundancia y la prosperidad caracteriza
ahora su vida.
Y así pasaron los años, hasta que le llegó el tiempo de partir. Antes de expirar,
reunió a sus hijos y les reveló su increíble y bien guardado secreto.
Después de eso, ya podía morir en paz.

Al día siguiente, muy temprano, sus hijos cavaron afanosamente en el lugar indicado, y
encontraron el tronco. Pero, para sorpresa de todos, estaba totalmente
vacío. Lo que nadie nunca supo, es que las monedas habían sido robadas
por unos aventureros desde hacía más de 10 años.

¿Cuál es el verdadero tesoro? No fue el hecho de SER rico lo que dio seguridad y
felicidad a nuestro héroe, sino más bien el PENSAMIENTO de que tal
riqueza existía y que estaba a su disposición, lo que despertó una nueva
actitud en él.

Esta historia nos da una perspectiva acerca del poder que tienen nuestros pensamientos.

Cuando tengamos la sensación de que somos desgraciados, rechazados,
olvidados, no merecedores de algo, o decididamente malvados, pensemos si
no estamos otorgando un poder especial a nuestros pensamientos.

  

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