viernes, 14 de diciembre de 2012

Si tus ideales no se realizan, ¿puedes ser feliz?

Podemos ver que todos tenemos ideales. Esta es una parte normal de nuestra naturaleza
humana: tener cualquier tipo de ideal de relaciones, de economía, de trabajo, de simplemente
lo que llamamos altruismo, lo que nos gustaría hacer por el mundo, cómo nos gustaría que
fuesen nuestras vidas, eso es normal.
Si tienes algún ideal, esperas obtener algo de realizarlo como: armonía, paz, satisfacción,
crecer espiritualmente, etc. Lo podemos resumir en una sola frase: Sentirme Feliz.
¿Se dan cuenta que en el fondo los ideales solo buscan sentirnos felices, útiles, satisfechos a

través de hacer algo por lo demás o hacer algo por el mundo... Que eso nos va a traer
felicidad? Es lo que suponemos... vamos a ver si es cierto...

Entonces miremos la última pregunta que es la que nos va a aterrizar en la realidad de la vida...
Si tus ideales no se realizan, ¿puedes ser feliz? ¿Quiénes encontraron que si mis ideales no se

realizan puedo ser feliz?... ¿Y los que encontraron lo contrario: si mis ideales no se realizan no
puedo ser feliz? Entonces tenemos que la mayoría piensa que aun no realizándose sus
ideales, ello no es un obstáculo para ser felices. Otros piensan: Si mis ideales no pueden
realizarse... ¡yo no podría ser feliz!
Observen bien que esas dos respuestas significan algo muy profundo a nivel espiritual: Si yo
no puedo realizar mis ideales y al no realizarlos yo no puedo ser feliz, significa que mis ideales
son un obstáculo para mi felicidad, porque si no se cumplen y no puedo ser feliz se convierte
en obstáculo para lo que vine a hacer al mundo: a ser feliz y aprender a Amar.
Pero miremos la otra respuesta. Si mis ideales no se realizan y sin embargo puedo ser feliz, en
ese caso mis ideales ni siquiera son importantes, no son necesarios.

Entonces nos damos cuenta que los ideales no son importantes, y que la cultura lo que nos ha
vendido es una cantidad de limitaciones mentales, pues nos preguntamos por qué no somos
felices, por qué no hay paz, por qué tenemos guerra, por qué tenemos problemas, y es que la
cultura nos vendió ideas falsas y yo me las creí. Cuando yo aplico a la realidad de la vida una
idea falsa obtengo un resultado que no funciona, entonces no funcionan las relaciones, no
funciona la salud, no funciona la economía, no funciona la adaptación, no funciona nada. Soy
infeliz, pero el problema está en que yo no sé hacerlo funcionar, no porque afuera haya algo
incorrecto.
Los ideales que tenemos algunos de nosotros se realizan, pero si observan con cuidado, la
mayoría no. Tenemos ideales pequeños, muy personales, de los cuales podemos realizar
algunos... Pero nuestros ideales más grandes no se realizan, porque a nosotros nos gustaría
que dejara de existir la miseria, la pobreza, la violencia, las enfermedades, muchas cosas que
difícilmente se cumplen.
Fíjense cuál es la causa del sufrimiento desde ideales. La persona soltera que está buscando
pareja, tiene en su mente un ideal de pareja. Ya se equivocó, así de sencillo. Llega a la
realidad de la vida, y encuentra que establece una relación de pareja muy lejana al ideal que
tenía... ¿Qué pasa con la persona? Entra en un estado de desilusión, en un estado de
frustración, de apatía en el mejor de los casos, o si no, en un estado de agresión, de culpar a la
otra persona porque no cumplió sus expectativas, sus ideales, “No es la persona que yo
esperaba, esto no era lo que yo quería”... Se amarga la vida –le amarga la vida a la otra
persona- y genera un proceso conflictivo que termina por lo general en una separación. ¿A qué
se debe todo eso? A que la persona idealizó algo en su mente que estaba muy lejos de la
realidad.
Ahora, debemos darnos cuenta que la resignación es una limitación mental, mientras que la
aceptación es una comprensión de la realidad del orden del universo. Por supuesto que
mientras yo no conozco el fondo -y es en lo que vamos a empezar a trabajar en este taller- yo
puedo suponer que aceptar es resignarme, mas fíjense bien: si acepto algo que no he
comprendido, no lo acepté, me resigné. Si yo de veras acepto algo, es porque lo he
comprendido y si lo he comprendido, eso me libera.
Este primer ejercicio es muy importante para entender todo el sentido de la aceptología.
Estamos diciendo algo clave: todos tenemos ideales porque la cultura nos enseñó que era
importante, nos enseñó a plantear objetivos, a trazarnos metas. Nos dijo: “Usted tiene que
tener propósitos concretos, objetivos específicos, y usted tiene que trabajar para cumplirlos...”
El resultado que estamos nosotros verificando en la humanidad entera de este principio, es
absolutamente lamentable porque lo que estamos viendo son sufrimientos, angustias, estrés,
frustraciones, guerras conflictos, porque no se cumplen los ideales que tenemos en nuestra
mente.
¿A qué creen que los estoy invitando en este primer ejercicio? A aceptar que idealizar significa
no aceptar la realidad del universo, y cuando yo no acepto algo, el resultado de la no
aceptación tiene un solo nombre: Sufrimiento, Culpa, Angustia, Agresión, porque yo culpo a los
demás de que las cosas no me funcionan o me culpo a mí mismo de que no soy capaz; en
ambos casos estoy cometiendo error doble. Ni los demás son culpables ni yo tampoco, hay
algo más simple que eso: no sé cómo ser feliz y como no sé cómo ser feliz, trato de cambiar
lo de afuera para sentirme feliz pero me estrello porque no puedo cambiarlo, porque lo que
quiero no es el orden del universo. Ahí LA LEY aparece. ¿Qué necesitaría hacer yo para
solucionar este problema?... ¡Renunciar a cambiar el orden del universo! Por eso vamos a
hablar más adelante de la renuncia. Fíjense en algo, ahora mismo... Nuestra mente se resiste a
aceptar no tener ideales... Eso significa que yo me resisto a ser feliz.
¿Saben ustedes a qué vinimos al mundo? A dos cosas: a algo interno que se llama Aprender
a Ser Feliz por Mí Mismo. La parte externa es a Aprender a Amar a los demás y a Servirles
así como son, sin tratar de cambiarlos, porque si yo trato de cambiar a alguien no lo
estoy amando, lo estoy rechazando, entonces son solamente dos propósitos los del
Universo: Ser feliz por mí mismo y aprender a Amar y a Servir.
Me gustaría decirles que una persona que no es capaz de ser feliz por sí misma, siempre, es
una persona que tiene ideales porque está idealizando e imaginándose que hay otras
personas, otras circunstancias, otros lugares con los cuales él podría ser feliz, o como suele
pensar el ego... “me podrían hacer feliz”.
Les aseguro algo... no hay ninguna persona que te pueda hacer feliz a ti, a menos que seas tú
mismo. No hay ninguna situación que te pueda hacer feliz a ti mismo a menos que la valores.
No hay ningún lugar que te pueda hacer feliz, a menos que te adaptes a él. Por lo tanto,
mientras yo no acepto la realidad de la vida como un orden perfecto, no puedo ser feliz, y el
problema está dentro de mí, no está afuera. Yo no acepto lo que sucede y ese es el principio
fundamental en que se basa esta nueva ciencia, la Aceptología.
Una persona que no es capaz de ser feliz por sí misma es un verdadero peligro social, porque
cuando yo no soy capaz de ser feliz por mí mismo, entonces yo supongo que los demás son
los que me van a hacer feliz. Los demás pueden llamarse pareja, hijos, padres, gobierno,
compañeros, amigos, vecinos, circunstancias de la vida... Esas expectativas no se cumplen
porque la felicidad no la voy encontrar afuera sino adentro, ese es mi primer error.
Hablemos de una relación: cuando la otra persona no cumple tus expectativas de hacerte feliz
a ti, ¿qué sientes hacia esa persona? La culpas de que no es capaz de hacerte feliz, y “cómo
no eres capaz, tienes la culpa de que yo no sea feliz. Y como tienes la culpa, mereces castigo y
como mereces castigo, yo te agredo y ahí empieza la guerra...” ¿Se dan cuenta que es un
peligro para los demás quien no sabe ser feliz?
Entonces a ustedes, ¿qué les gustaría: aprender a ser felices por ustedes mismos o seguir
sufriendo el resto de la vida hasta que lo aprendan? La vida no deja más opciones porque si
no, nosotros no evolucionaríamos, y de evolucionar es que se trata la experiencia como ser
humano.
El sufrimiento produce una situación que se llama saturación de sufrimiento. Cuando te saturas
del sufrimiento, de la angustia, y dices, “¡No quiero sufrir más!” sin embargo, “NADIE
PUEDE HACERTE FELIZ A MENOS QUE TÚ MISMO LO HAGAS”.
Cuando yo no soy capaz de ser feliz por mí mismo y espero que alguien me haga feliz y me
relaciono con alguien, ¿qué estoy compartiendo? Estoy compartiendo mi limitación y mis
expectativas y la otra persona está haciendo lo mismo, ¿saben cuál es el resultado de eso? Un
choque violento de conceptos y de creencias, de no-aceptación, que produce un gigantesco
conflicto que se llama desacuerdo, guerra, violencia, desarmonía... ¿De dónde surge? Surge
de que yo tengo ideales.
Voy a hablar un poco más de relaciones e ideales. A consultarme viene una persona que no
tiene pareja y me dice, ”Me siento muy mal porque estoy en angustia, en carencia, en soledad,
y yo quisiera tener alguien con quien compartir mi vida...“ Mi primera pregunta es, ¿Cómo te
imaginas a esa persona?, entonces hace un estereotipo mental de lo que se ha imaginado, y
yo le respondo algo muy simple... “Mira, ya te equivocaste. Primero porque tu imagen mental
no es real. Segundo, porque tu imagen mental es totalmente egoísta, y tercero, porque tú
aspiras a que alguien te haga feliz: Ya tienes tres errores encima. Egoísta porque yo estoy
pensando que alguien se adapte totalmente a mí para que me haga feliz a mí. No estoy
pensando en hacer nada por la otra persona; ese es el problema del estereotipo idealizado.
Ignorancia, porque no existe ninguna persona “perfecta”. Todos somos hijos de Dios, perfectos
en espíritu. Pero perfección, de acuerdo a nuestro ideal estereotipado, no existe. Existen
personas compatibles pero no iguales. Entonces ya me equivoqué en el segundo punto. Y por
supuesto que si yo no soy capaz de aceptar a otra persona como es, porque ya tengo una
persona en mi mente que no existe, entonces voy a entrar en un nivel de desilusión y al no
saber de dónde viene el problema, voy a culpar al otro...”
¿Cómo se soluciona el problema?... No tengan ideales... ustedes dirán, “Si no tengo ideales,
¿entonces cómo me muevo en la vida? ¿Con qué voy a reemplazar los ideales?...”
Los ideales los vamos reemplazar por algo más sencillo, más hermoso y muchísimo más
eficiente que son dos cosas:
Valora tu capacidad de ser feliz por ti mismo.
Valora todo lo que la vida te ha dado porque eso es suficiente para ser feliz.
Ahí ya entras a la vida con el pie derecho... mientras se siga idealizando encontraremos esto:
Tened una expectativa y obtendréis una desilusión... Para no tener desilusiones es mejor no
tener expectativas. Es decir, para no tener sufrimiento, no tengan ideales. Simplemente
disfruten de lo que la vida va presentando, y aprendan a verificar lo que corresponde y lo que
no corresponde.
Al entrar en este primer ejercicio de Aceptología, se nos desmoronan una cantidad de cosas:
las metas, los objetivos, los ideales, todos esos procesos que nos enseñó la cultura se
desmoronan cuando comprendemos esto, ¿con qué los vamos a reemplazar? Los vamos a
reemplazar por una sola cosa. Por un propósito que es un proceso de desarrollo espiritual que
llamamos: TENGO EL PROPOSITO DE SER FELIZ.
¿Metas? No necesito tenerlas. Lo que necesito es ACTUAR. Actuar con sabiduría con lo que la
vida me está dando en este mismo momento.
Voy a poner una diferencia entre propósito y meta, solamente para ponernos de acuerdo en los
términos. El término, puede tener cualquier acepción que ustedes quieran darle...
Imagínense que hay una persona en un lugar cualquiera y tiene frente a él cuatro caminos:
norte, sur, oriente y occidente. No conoce ninguno. La persona dice, “Yo tengo la meta, el
objetivo, de caminar hacia el norte”. La persona de pronto no sabe que su función no está hacia
el norte, sino hacia el sur. No lo sabe; tiene que descubrirlo. Entonces empieza a caminar hacia
el norte, y se encuentra con obstáculos porque ese no es el camino que a él le corresponde,
pero como lo tiene como objetivo, entonces lucha, pelea, se empeña, y dice que hay que
ponerle constancia y no le está poniendo constancia sino terquedad, porque tiene un objetivo:
llegar al norte. Ahora, imagínense que la persona tiene el propósito de descubrir cuál es el
camino el que le corresponde, dónde puede desarrollar su función, y puede ser feliz
encontrándolo... Si la persona tiene el propósito de descubrir cuál es su camino y no la meta o
el objetivo de ir por un camino, ¿es diferente o es igual? Bien diferente es, ¿cierto? Porque la
persona que tiene el propósito de encontrar el camino, es la que está dispuesta a dejarse guiar,
está abierta. Entonces listo, no sabe; camina hacia al norte y encuentra dificultades, conflictos.
Entonces camina hacia el sur, y cuando encuentre el camino que le fluye dice, “Este sí es mi
camino. Entonces se liberó. ¿Qué fue lo que hizo? Aceptó que los objetivos y las metas rígidas
no sirven para ser feliz, porque no le permiten ubicar cuál es el camino que le corresponde en
la vida.
La incertidumbre, si la reconocemos en el valor que tiene, significa: Yo No Sé.
Escojan una de estas dos frases: -Yo no sé (puede ser una evaluación de mí mismo en un
momento dado –tengo una incertidumbre) pero como les parece esta otra: -Yo Creo que Sé
(creo que tengo una certeza).
Si parto de la segunda respuesta, me vuelvo terco... porque, “Yo sé como se arregla el mundo,
yo sé que es lo que los demás necesitan, yo sé cómo hacer que los demás sean felices...” Y
no tiene ni idea, porque si el mismo no es feliz, entonces no sabe nada. Mientras yo no haya
obtenido un resultado para mí, verificado por mí mismo, no sé nada. Noten que es mejor
tener la incertidumbre que me permite descubrir la verdad, que la certeza de la ignorancia...

Yo creo que sé”, es grave... porque implica que la persona no está dispuesta a cambiar. Dice,
“Yo creo que ese es mi camino”, y se va por allí sin escuchar a la vida que le está diciendo que
no.
Esta duda se resuelve con algo que se puede medir. Midan el resultado... los resultados son
medibles, ¿o no? ¿Los ideales son medibles? No. Los ideales no son medibles, los resultados
de la acción sí, por lo tanto, los ideales son una cuestión del ego, de la ignorancia.
Volvamos al ejemplo de los cuatro caminos y los puntos cardinales. La persona actúa con un
propósito de descubrir su camino, no de ser terco. El resultado le muestra si ese es el camino o
no. A lo que no funciona, ¿cómo lo llamamos? Lo llamamos fracaso... y lo llamamos
problemas... ustedes pueden verificar resultados en problemas de las relaciones. Ese es un
resultado. Los problemas de salud, económicos, de ubicación, son otros resultados. Si yo
obtengo esos resultados, estoy usando ignorancia e ideales. Si mis resultados son que no
tengo problemas de relaciones, de salud, económicos, ni de educación, esos resultados me
indican que estoy usando sabiduría.
Si los ideales a ustedes les traen problemas, cuando no se cumplen, ¿qué están usando? ¿Se
dan cuenta que cuando una persona no está satisfecha con el hijo, con la pareja, con el
compañero de trabajo, con el vecino, es porque lo tenía idealizado y obviamente ese ideal no
es real, es un ideal egoísta que no se va a cumplir? Como no se cumplió, en lugar de decir “el
problema es mío”, entonces lo que hace es culpar a la persona que no le cumplió sus
expectativas, hasta ahí llega la paz de esa persona.
Vamos a observar ahora una secuencia:
Mis ideales se oponen a mi propósito general porque no me permiten ser feliz ni amar. No me
permiten ser feliz porque no se cumplen mis expectativas, y no me permiten amar porque si yo
no acepto a los demás como son, y si yo no acepto al mundo y al universo como están
organizados, no puedo tener paz. Es decir, que no amo a algo, o no amo a alguien, si no lo
acepto. Y lo que hago cuando no lo acepto, es querer cambiarlo o modificarlo... y no aceptarlo
es lo mismo que no comprenderlo y no amarlo. Si tú quieres cambiar a alguien, no lo amas. Si
le das herramientas para que él cambie, sin generar expectativas, sí lo amas. Pero, ¿cómo
sabes lo que los demás tienen que cambiar? ¡No lo sabes! Sólo sabes lo que tú tienes que
cambiar.
Idealizar es no aceptar la realidad. ¿Qué es lo que idealizas? Pues lo que no está sucediendo.
Necesito renunciar a idealizar y empezar a trabajar con la realidad del universo, con mi
propia realidad.

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