miércoles, 1 de agosto de 2012

DOMINAR LA MENTE

La preocupación priva a la mente de gran parte de su poder y, antes o después, acaba dañando el alma. »Para vivir una vida de máxima plenitud hay que montar guardia y dejar que entre en tu jardín sólo la información mas selecta.

“Los sabios me enseñaron que en un día normal la persona normal tiene unos sesenta mil pensamientos. Lo que a mi me chocó, sin embargo, fue que el 99 por ciento de los mismos era exactamente igual que el día anterior.
-  ¿Lo dices en serio?  pregunté.
-   Por supuesto. Es la tiranía del pensamiento empobrecido.
La gente que piensa lo mismo todos los días, cosas negativas en su mayoría, han caído en malos hábitos mentales. En vez de con­ centrarse en las cosas buenas y pensar en cómo hacer que todo sea mejor, son cautivos de sus respectivos pasados. Unos se preo­cupan de fracasos sociales o problemas financieros. Otros se lamentan de sus infancias. Otros, en fin, se preocupan de asuntos insignificantes. el modo en que un dependiente los ha trata­do o el comentario malicioso de un compañero de trabajo. De ese modo permiten que las preocupaciones priven a su mente de su fuerza vital; están bloqueando el enorme potencial de la men­te para aportar todo lo que ellos quieran, emocional, física y espiritualmente. Estas personas no se dan cuenta de que admi­nistrar la mente es administrar la vida.
La manera de pensar depende del hábito, así de si prosiguió Julián con convicción-. En general la gente no se percata del enorme poder de la mente. He aprendido que inclu­so los más dotados pensadores utilizan sólo una centésima parte de sus reservas mentales. En Sivana, los sabios se atrevieron a ex­plorar diariamente ese potencial. Y los resultados fueron asom­brosos. El yogui Raman, a través de una práctica muy disciplina­da, ha condicionado su mente hasta el punto de ser capaz de ralentizar su corazón a voluntad. Incluso había conseguido en­trenarse para no dormir durante semanas. 
Quizá no podamos controlar el tiempo atmosférico, el tráfico o el humor de quienes nos ro­dean, pero ten por seguro que podemos controlar nuestra acti­tud hacia esos hechos. Todos tenemos el poder de determinar en qué cosa vamos a pensar en un momento dado. Esta capaci­dad es parte de lo que nos define como humanos. Sabes, una de las joyas de la sabiduría terrenal que he aprendido en mis viajes a Oriente es también una de las más sencillas.
Julián hizo una pausa como para invocar un don precioso.
-  ¿De qué se trata?  pregunté.
-  No existe lo que llamamos realidad objetiva o «mundo real». No existen los absolutos. El rostro de tu peor enemigo puede ser el de mi mejor amigo. Algo que parece una tragedia para alguien puede contener la semilla de una magnífica opor­tunidad para otro. Lo que separa de veras a las personas alegres u optimistas de las que están sumidas en la desdicha es la forma de interpretar y procesar las circunstancias de la vida.
-  El yogui Raman lo explicaba en estos términos: «No hay errores en la vida, sólo lecciones. No existe una experiencia ne­gativa, sino sólo oportunidades que hay que aprovechar para avanzar por el camino del autodominio. De la lucha surge la fuerza. Incluso el dolor puede ser muy buen maestro.»
-  ¿El dolor? -objeté.
-  Desde luego. Para superar el dolor, primero hay que ex­perimentarlo. Dicho de otro modo, no puedes saber lo que se siente en la cumbre de la montaña si antes no has visitado el más hondo de los valles. ¿Entiendes?
-  ¿Para degustar el bien primero hay que conocer el mal?
-  Sí. Pero te sugiero que no juzgues los hechos como posi­tivos o negativos. Limítate a experimentarlos, festejarlos y aprender de ellos. En todo hay una lección que aprender. Estas pequeñas lecciones estimulan tu mundo interior y exterior. Sin ellas no podrías avanzar. Aplícalo a tu vida actual. La mayoría de la gente ha sacado lo mejor de sí misma a través de las expe­riencias más sugestivas y difíciles. Si te encuentras con un re­sultado que no esperabas y te sientes decepcionado, recuerda que las leyes de la naturaleza especifican que cuando una puer­ta se cierra otra se abre.
Cuando hayas aplicado este principio a tu vida diaria y empieces a acondicionar tu mente para traducir cada aconte­cimiento en uno positivo, podrás desterrar para siempre las preocupaciones. Te convertirás en el arquitecto de tu propio futuro.
Cuando te inspira un objetivo importante, un proyecto ex­traordinario, todos tus pensamientos rompen sus ataduras: tu mente supera los límites, tu conciencia se expande en todas di­recciones y tú te ves en un mundo nuevo y maravilloso. Las fuerzas, facultades y talentos ocultos cobran vida, y descubres que eres una persona mejor de lo que habías soñado ser.
La mente es un magnífico criado pero un amo terrible. Si piensas sólo cosas negativas, es porque no has cuidado tu mente y no has dedicado el tiempo necesario para entrenaría a pensar en lo bueno.
Winston Churchill dijo que «el precio de la grandeza es la responsabilidad sobre cada uno de tus pensa­mientos». A partir de ahí podrás conseguir esa disposición mental que persigues. Recuerda, John, la mente es como cual­quier otro músculo de tu cuerpo. Si no lo usas, se atrofia.
-  ¿Quieres decir que si no la ejercito mi mente acabará de­bilitándose?
-  Sí. Míralo de esta manera. Si quieres fortalecer los múscu­los del brazo, debes ejercitarlos. Si quieres endurecer los de tus piernas, primero debes entrenarlos. De la misma manera, tu mente podrá hacer cosas maravillosas si le facilitas las cosas. De­bes aprender a hacerla funcionar de manera efectiva. La salud ideal llegará si sabes cuidar de tu mente. Y el estado natural de tranquilidad y serenidad llegará por sí solo... si tienes la capaci­dad de reclamarlo. Los Sabios de Sivana tienen un dicho: «Las fronteras de la vida son sólo creaciones del yo. »
-  No sé si entiendo esto último, Julián.
-  Los pensadores más ilustres saben que sus pensamientos conforman su mundo y que la calidad de la vida se reduce a la riqueza de los pensamientos. Si quieres vivir una vida más sere­na y con más significado, debes producir pensamientos más se­renos y con más significado. 
-  Las recetas rápidas no funcionan. Todo cambio duradero requiere tiempo y esfuerzo. La perseverancia es la madre del cambio personal. Eso no quiere decir que necesites años para producir cambios profundos en tu vida. Si aplicas diariamente y con diligencia estas estrategias durante un mes, los resultados te sorprenderán. Empezarás a aprovechar los niveles más altos de tu propia capacidad y a entrar en el reino de lo milagroso. Pero para llegar hasta ahí no tienes que obsesionarte por los re­sultados. Disfruta del proceso del crecimiento personal. Parece irónico, pero cuanto menos pienses en el resultado final, más rápido se producirá éste.
-  Explícate.
-  Es como la clásica historia del chico que se fue de su casa para estudiar con un reputado maestro. Cuando conoció al vie­jo sabio, le preguntó: «¿Cuánto tardaré en ser tan sabio como tú?» La respuesta no se hizo esperar: «Cinco años.» «Eso es mucho tiempo», replicó el muchacho. «¿Y si trabajo el doble?» «Entonces  tardarás  diez»,  contestó  el  maestro,  a  lo  que  el  mu­chacho protestó: «Eso es demasiado tiempo. ¿Y si estudio tam­bién por las noches?» «Quince años», dijo el sabio. «No lo comprendo», replicó el chico. «Cada vez que prometo dedicar más energías, tú me dices que tardaré más en lograr mi objetivo. ¿ Por qué?» «La respuesta es muy sencilla. Si tienes un ojo puesto en el destino que esperas alcanzar, sólo te queda otro que te guíe en el viaje.»
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Los pensamientos son cosas vivas, núcleos de energía, si lo prefieres. La mayoría de la gente no se para a pensar en la natura­leza de sus pensamientos y, sin embargo, la calidad de lo que piensas determina la calidad de tu vida. Los pensamientos for­man parte del mundo material lo mismo que el lago al que vas a nadar o la calle por la que caminas. Las mentes débiles originan actos débiles. Una mente fuerte, disciplinada, que cualquiera puede conseguir mediante la práctica diaria, puede obrar mila­gros. Si quieres vivir la vida al máximo, cuida de tus pensamien­tos como cuidarías tus más preciadas posesiones. Esfuérzate por eliminar toda turbulencia interna. Las recompensas serán abun­dantes.
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Robin Sharma

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