viernes, 1 de julio de 2011

El cuento de Rose

El cuento de Rose

El primer día en  la universidad nuestro profesor se presentó y nos pidió
que procuráramos llegar  a  conocer a alguien a quien no conociéramos
todavía.
Me puse de pie y  miré a mi alrededor, cuando  una  mano me tocó suavemente
el hombro.
Me  di la vuelta y me encontré con una viejita arrugada cuya sonrisa le alumbraba  todo su ser.
Hola, buen mozo. Me llamo Rose. Tengo ochenta y siete años.
¿Te puedo dar un abrazo?'
Me reí y le contesté con entusiasmo:
¡Claro que  puede!
Ella me dio un abrazo muy fuerte.
Por qué está usted en la  universidad a una edad tan temprana, tan inocente?',
le pregunté.
Riéndose,  contestó:Estoy aquí para encontrar un marido rico, casarme,
tener unos dos hijos y luego jubilarme y viajar.
Se lo digo en serio, le dije.
Quería  saber qué le había motivado a ella a afrontar ese desafío a su edad.
Siempre soñé con tener una educación universitaria y ahora la voy a tener!', me dijo.
Después de clases caminamos al edificio de la asociación de estudiantes y
compartimos un batido de chocolate. Nos hicimos amigos  enseguida.
Todos los días durante los tres meses siguientes salíamos  juntos de la clase y hablábamos sin  parar.
Me fascinaba escuchar a esta  "máquina del tiempo".
Ella compartía su sabiduría y  experiencia conmigo.  Durante ese año,
Rose se hizo muy popular en la universidad;  hacía amistades a donde iba.
Le encantaba vestirse bien y se deleitaba con la atención que recibía de
los demás estudiantes.
Se lo estaba pasando de  maravilla.Al terminar el  semestre le invitamos a Rose a
hablar en nuestro banquete de fútbol.
No olvidaré  nunca lo que ella nos enseñó en esa oportunidad.
Luego de ser presentada, subió  al podio. Cuando comenzó a pronunciar el
discurso que había  preparado de  antemano, se le cayeron al suelo las
tarjetas donde tenía los apuntes.
Frustrada y un poco avergonzada se inclinó sobre el micrófono y dijo:
disculpen que esté tan nerviosa.
Dejé de tomar cerveza por cuaresma y ¡este whisky me está matando!
No voy a poder volver a poner mi discurso en orden, así que permítanme
decirles lo que sé.
Mientras nos reíamos, ella se aclaró la garganta y  comenzó:
No dejamos de jugar porque estamos viejos; nos ponemos viejos porque
dejamos de  jugar.
Hay cuatro secretos para mantenerse joven: ser feliz y triunfar.
Tenemos que reír y encontrar el buen humor todos los días..
Tenemos que tener un ideal. Cuando perdemos de vista nuestro ideal,
comenzamos a morir.
¡Hay  tantas personas caminando por ahí que están  muertas y ni siquiera
lo saben!
Hay una gran diferencia entre ponerse viejo y madurar.
Si ustedes tienen diecinueve años y se  quedan en la cama un año entero
sin hacer nada productivo se convertirán en  personas de veinte años.
Si yo tengo ochenta y siete años y me quedo en la cama por un año sin
hacer nada tendré ochenta y ocho años.
Todos podemos envejecer. No se  requiere talento ni habilidad para ello.
Lo importante es que maduremos encontrando siempre la oportunidad en el
cambio.
No me arrepiento de nada. Los viejos  generalmente no nos arrepentimos de
lo que hicimos sino de  lo que no  hicimos.
Los únicos que temen la muerte son los que tienen  remordimientos.
Terminó su discurso cantando 'La Rosa'. Nos pidió que estudiáramos la  letra de la canción y la  pusiéramos en práctica en nuestra  vida diaria.
Rose terminó sus estudios.
Una semana después de  la graduación, Rose murió tranquilamente mientras
dormía.
Más de dos mil estudiantes universitarios  asistieron a las honras fúnebres para rendir tributo a la maravillosa  mujer que  les  enseñó con  su ejemplo que nunca es demasiado tarde para llegar a ser  todo lo que se puede ser.
No olviden que:
"ENVEJECER ES OBLIGATORIO; MADURAR ES  OPCIONAL."

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