viernes, 1 de julio de 2011

LA MÁS PRECIADA MERCANCÍA: EL TIEMPO

Un tiempo bien organizado es la señal más clara de una mente bien organizada.
SIR ISAAC PITMAN

-  ¿Sabes qué es lo gracioso de la vida? – me preguntó Julián.
-  Dímelo tú.
-  Que cuando la mayoría de la gente se da cuenta de lo que realmente quiere y de cómo obtenerlo, suele ser demasiado tarde. Los jóvenes no saben, los viejos no pueden.
-  Una vez oí decir a mi padre que la gente atareada es la única que tiene tiempo de sobra. ¿Tú qué opinas?
-  Estoy de acuerdo. La gente productiva y atareada es muy eficaz con su tiempo; no le queda otro remedio si quiere sobrevi­vir. Ser bueno administrando el tiempo no significa volverse adic­to al trabajo. Al contrario, dominar el tiempo te permite disponer de más tiempo para hacer las cosas que para ti tienen más signi­ficado. El dominio del tiempo conduce al dominio de la vida. Adminístralo bien. Y recuerda que es un recurso no renovable.
»Déjame ponerte un ejemplo. Supón que es lunes por la mañana y que tienes un montón de citas, reuniones y compa­recencias. Ln vez de levantarte a las ó.30, tomar un calé a toda prisa y salir pitando hacia el trabajo para pasarte el día con la lengua fuera, imagina que te tomas quince minutos la noche antes para planear tu jornada. O, más efectivo aún, supón que te to­mas una hora de tu domingo para organizarte la semana. En tu agenda has anotado cuándo debes reunirte con tus clientes, cuándo te dedicarás a investigaciones legales y cuándo devol­verás llamadas telefónicas. Es más, tus objetivos personales, sociales y espirituales para la semana también constan en tu agenda. Con este acto tan sencillo has equilibrado a tu vida. Ase­gurando los aspectos más vitales de tu vida en un programa diario, estás asegurando que la semana de trabajo, y tu vida, con­serve su paz y su significado.
-  No estarás sugiriendo que me tome un descanso en plena actividad para pasear por el parque o irme a meditar, ¿verdad?
-  Naturalmente que sí. ¿Por qué te aferras tanto a las con­venciones? ¿Por qué piensas que has de hacer lo que hacen los demás? Corre tu propia carrera, John. ¿Por qué no empiezas a trabajar una hora antes y así puedes ir a pasear a media mañana por ese hermoso parque que hay cerca de tu oficina? ¿O por qué no haces unas horas extra a principios de semana para ter­minar el viernes con tiempo de sobra para llevar a tus hijos al roo? ¿O por qué no empiezas a trabajar en tu casa un par de días por semana y así ves mas a tu familia? Sólo estoy diciendo que planifiques el trabajo y administres tu tiempo de manera creativa. Concéntrate en tus prioridades; las cosas más impor­tantes de tu vida no deberían ser sacrificadas a las menos im­portantes. Y recuerda que quien fracasa en la planificación, pla­nifica su fracaso. Anotando no sólo tus citas de trabajo sino también tus compromisos contigo mismo de leer, relajarte o es­cribir una carta de amor a tu esposa, serás mucho más produc­tivo con tu tiempo. No olvides que el tiempo que empleas en enriquecer tus horas de asueto no es tiempo malgastado; eso para que seas mucho más eficiente cuando estés trabajando. Deja de vivir en compartimientos estancos y entiende de una vez por todas que cuanto haces forma un todo indivisible. Tu comportamiento en casa afecta a tu comportamiento en el tra­bajo. Tu trato con la gente en la oficina afecta al trato que das a tu familia y tus amigos.
-  ¿Quieres decir, por ejemplo, el tiempo invertido en mejo­rar mis conocimientos legales, en enriquecer mis relaciones con los clientes y en ser un abogado más eficiente?
-  Sí, y el tiempo invertido en fomentar tu reacción con Jen­ny y con los chicos. Tiempo invertido en estar en contacto con la naturaleza y agradecer todo lo que tienes la suerte de poseer. Tiempo invertido en renovar tu mente, tu cuerpo y tu espíritu. Son sólo algunas de las actividades de alto impacto que te per­mitirán diseñar la vida que mereces. Dirige todo tu tiempo a las actividades que interesan.
La gente esclarecida se mueve por prioridades. Este es el secreto del dominio del tiempo.
El yogui Raman decía que quienes son dueños de su tiempo viven una vida sencilla. La naturaleza no previó un rit­mo de vida frenético. Aunque él estaba convencido de que la felicidad duradera sólo era alcanzable por aquellos que se mar­caban objetivos personales bien definidos, el vivir una vida lle­na de realización no tenía por qué implicar el sacrificio de la tranquilidad de ánimo. Esto es lo que más me fascinó. Me per­mitía ser productivo y al mismo tiempo realizar mis ansias espi­rituales.
Julián tenía un último aspecto que puntualizar sobre el asunto del tiempo.
-  Esto es muy importante, John: deja de obrar como si te quedaran quinientos años de vida. -  Cuando Divea me trajo aquel reloj de arena me ofreció también un consejo que no olvi­daré jamás.
-  ¿Qué fue?
-  Que el mejor momento para plantar un árbol fue hace cuarenta años. El segundo mejor momento es hoy No malgas­tes ni un minuto de tu vida. Fomenta una mentalidad de lecho de muerte.
»En realidad es una filosofía sobre la vida. Cuando adoptas esa mentalidad vives cada día como si fuera el último. Imagina que al despertar te haces esta sencilla pregunta: ¿qué haría hoy si fuese el ultimo día? Luego piensa en cómo tratarías a tu fami­lia, a tus colegas e incluso a quienes no conoces de nada. Pien­sa en la excitación con que vivirías cada momento al máximo. La cuestión del lecho de muerte puede por sí sola cambiar tu vida. Aportará un entusiasmo y un ánimo especiales a todo lo que hagas. Empezarás a centrarte en todas las cosas importan­tes que has ido relegando y dejarás de despilfarrar el tiempo en las cosas nimias que te han ido arrastrando al atolladero del caos y la crisis.
Robin Sharma

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