sábado, 1 de septiembre de 2012

INTEGRACIÓN DE LO APRENDIDO. CONCLUSIÓN

INTEGRACIÓN DE LO APRENDIDO. CONCLUSIÓN

El síndrome del amor negativo se nutre de la esperanza equivo­cada e inconsciente de que si actuamos igual que nuestros padres, algún día nos amarán. Sin embargo, al profundizar tenemos que reconocer que no nos sentimos ni mucho menos dignos de amor, y a esto lo llamamos neurosis. Esperamos en vano que de algún modo mamá y papá den un rotundo ¡Si! a todas las plegarias infan­tiles que nunca hemos expresado: «Soy como vosotros, ¿me queréis ahora?».
Por desgracia, este tipo de esperanza no se satisface jamás, pues las actitudes negativas no conducen al amor positivo. indepen­dientemente de lo parecido que seas a tus padres, de la lucha in­cansable que mantengas por rebelarte y superar su ejemplo nega­tivo, ellos no podrán amarte nunca del modo incondicional que necesita v desea tu Niño emocional, es decir, desinteresadamente, sin pedir nada a cambio.
Con una copa vacía no puede llenarse otra. Hasta que no reco­nozcas esta verdad seguirás siendo un prisionero impotente; hasta que no dejes de buscar incesantemente el amor que nunca conse­guiste de tus padres, nunca hallarás satisfacción. ¿No es ya hora de poner a la búsqueda?
Has recorrido un largo viaje para descubrirte a ti mismo; En él has aprendido que tus padres, a pesar de ser el origen de tus pro­blemas con el amor, eran a su vez víctimas inocentes. Tras tanto tiempo de lucha interna, te has dado cuenta de que tú tampoco tenías la culpa y de que estar vivo es ser capaz de jugar con alegría. Supuestamente, has desterrado de ti el rencor y has transformado tu lado oscuro en Luz.
Todo proceso ha sido una preparación para el descubrimiento de la verdad última: eres digno de amor, eres amor, eres de la Luz y por lo tanto estás en la Luz (la fuente universal que es amor). Debajo de las capas negativas has encontrado tu esencia verdadera, perfecta y positiva: conociste a tu Yo espiritual en el Viaje a la Luz. Ahora sabes que no hace falta aprender lo positivo, basta con dejarlo florecer.
Cuando el amor negativo queda expuesto como lo que es, una mentira, cuando se recicla y se aparta a un lado, muere por falta de energía. Al rellenar el vacío resultante con el amor innato hacia ti mismo, desaparece la motivación compulsiva oculta detrás de las pautas negativas. ¿Por qué seguir buscando en vano el seudoamor del pasado cuando hoy puedes darte auténtico amor a ti mismo?
La psiquiatría, los movimientos para el desarrollo del potencial humano y diversas disciplinas religiosas afirman esta verdad: la respuesta se encuentra dentro de ti. El problema es cómo expe­rimentar esta verdad.
  
La Clausura es la afirmación solemne del compromiso amo­roso de cada uno consigo mismo, la confirmación de nuestra iden­tidad con la Luz. Sirve para sellar el pacto de cerrar la puerta al pasado negativo y entrar voluntariamente en la nueva vida, con un presente y un futuro positivos. Finaliza una etapa de tu vida y da comienzo otra.
Para aprender a amar es preciso instruir al Intelecto adulto y al Niño emocional en los pasos finales: la aceptación, el perdón («poner la otra mejilla» ya no es una amonestación sino un estado interior del ser) y el amor sin reservas. Tu Niño emocional podrá por fin recibir el amor que necesita de los seres más importantes de su existencia, no mamá y papá, sino tu propio Intelecto adulto y tu Yo espiritual. Eliminados los bloqueos y las resistencias negativas, el amor fluirá libremente entre todas las partes de tu ser.
Ahora el Niño está deseando crecer. Tus Yos intelectual y es­piritual lo respaldan con cariño observándolo a medida que crece, año a año, hasta tu edad actual. El pequeño llorará de alegría y ali­vio al sentir por primera vez la aceptación que necesita para desa­rrollarse y madurar.
Con la imaginación, experimentarás como tu nuevo Adulto emocional positivo ocupa el lugar del Niño emocional negativo. Cuando el Intelecto adulto y el Adulto emocional se encuentren cara a cara, volverán a compartir los cinco factores del amor: la comprensión sin condena, compasión, aceptación, perdón y ca­riño. A través de una maravillosa experiencia simbólica, el Yo emocional, ahora positivo, el Intelecto adulto reeducado y el Yo espiritual perfecto se unirán e integrarán en la Luz. Habrás al­canzado la meta del amor por ti mismo.
Libre por fin de la causa del amor negativo y con las herra­mientas precisas para reciclar los rasgos negativos en positivos, tu Trinidad recién integrada ha de volver al cuerpo físico para con­vertirse en una Cuadrinidad llena de vida y amor.
La muerte del síndrome del amor negativo hace desaparecer ¡muchos rasgos, pero no implica el final automático o inmediato de todos ellos. La persistencia de las pautas negativas. Una vez en ­su origen es similar a la amputación de un miembro: al paciente le parece que el brazo o la pierna siguen formando parte de él, y es incluso capaz de sentir dolor en esa zona de su cuerpo.
Para deshacerte de un rasgo negativo te hará falta mucha con­ciencia y paciencia, pues habrás de sustituirlo cada vez por una conducta positiva alternativa. Además, si deseas que el reciclaje y la toma de conciencia sean efectivos, deberás asumir la responsabi­lidad de decidir utilizarlos. Puedes optar por recurrir a estas técni­cas para consolidar tus conquistas, o bien permanecer esclavo de esos hábitos amputados que todavía se hacen sentir.
Un participante del Proceso Intensivo consideraba la responsabilidad y la conciencia del modo siguiente:
Cuando el naciente estado de amor se convierte en algo orgá­nico, los cambios de la vida son increíbles. Según las declaraciones de muchos participantes, los problemas de falta de amor, miedo, culpa, ansiedad, adicción, desesperación, rabia, maltrato a hijos y cónyuges, y enfermedades psicosomáticas, disminuyen o desapare­cen, al igual que los casos de anorexia, bulimia, jaquecas, impoten­cia, frigidez, paranoia y muchos tipos de alergias.

No es sorprendente que el amor auténtico modifique también las actitudes frente a las relaciones de todo tipo. Visitar a los pa­dres deja de ser una obligación cansina y se transforma en un mo­mento de intimidad y cariño. A ellos les encantará convertirse en receptores de la corriente de amor que apenas experimentaron antes. Con toda seguridad intentarán apretarte los botones, pero tú has desconectado los cables con un destornillador mental, y si pul­san el botón no sonará ningún timbre.
Las relaciones conyugales se estrechan gracias al amor, o se rompen amistosamente cuando la relación sólo se basaba en la co­dependencia y la necesidad de hacer los juegos del amor negativo programado.
Los padres que salen del Proceso, después de descubrir lo para­lizantes que fueron las pautas del amor negativo en su infancia, toman especialmente la determinación de no legárselas a sus hijos. Si tienes hijos, como les decimos a los participantes, ellos te pon­drán a prueba para asegurarse de que el cambio es real. Sólo entonces podrán aceptar, rendirse y responder a tu condición de padre o madre y contribuirán a crear una nueva relación del amor.
Con amor también se aprende a entender a las personas sin es­pejismos. Cuando son negativas, eres capaz de ver claramente lo que se esconde detrás de la fachada y puedes evitar implicarte en sus pautas compulsivas.
A menudo me preguntan cómo es posible ser tan positivo en un planeta tan negativo. Incluso amándose uno mismo, ¿cómo vivir amorosamente en un entorno sin amor? Negarse a vivir ple­namente en el mundo hasta que éste sea perfecto es otra manifes­tación del amor negativo programado por los padres. Cuando la Trinidad mental se reeduca y se quita la venda infantil de los ojos, acepta que el mundo es como es, ni mas ni menos, y que sólo tene­mos poder sobre una pequeña fracción del universo. Si los grandes maestros espirituales del pasado como Moisés, Buda, Jesús y Ma­homa no pudieron abolir el mal y la oscuridad del mundo, ¿por qué pensar que nosotros si podemos?
Erradicarlos de nuestro inte­rior es suficiente.
Sin embargo, quizás el mundo no sea tan terrible como cree­mos. Son las pautas del amor negativo las que nos impiden ver la bondad, la belleza y el amor a nuestro alrededor, pues vemos úni­camente lo que conocemos. Si de niños sólo conocemos el miedo, la rabia, la envidia y la estupidez, probablemente será eso lo que nos permitiremos ver de adultos. Cuando experimentamos el amor en los cuatro planos del ser, somos capaces de reconocer el amor que existe dondequiera que vamos.
Alcanzar el amor por nosotros mismos y por los demás no es una «euforia» pasajera. El amor verdadero supone un crecimiento continuo que sustituye al archiconocido ciclo de altibajos. Es posi­ble evolucionar hasta la meta que te propongas, lo cual no signi­fica que no vayas a pasar por momentos de desdicha, aflicción, justa indignación, dolor o momentos bajos. Vivir en el amor sig­nifica fluir entre los obstáculos de la vida y experimentarlos sin sentirse abrumado , desbordado, deprimido,  y vencido.

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