miércoles, 17 de agosto de 2011

CHEQUE EN BLANCO


“ EL SOL SALE CUANDO YO LO DIGO.
        EL SOL SE PONE CUANDO YO LO MANDO”.

         Un poco arrogante parece el dicho del sabio. El sol sale cada día cuando le toca, y se pone cuando le corresponde en su calendario fijo de garantía celestial. No hay voluntad humana que pueda adelantar o retrasar un minuto el momento de su salida o de su puesta, que los astrónomos tienen calculadas con precisión exacta para todos los lugares del mundo en todos los días del año. El sol brilla a su paso diario por los cielos de amanecer a ocaso, cuando no hay nubes caprichosas que con su blanca censura o con su cerrazón oscura frenan sus rayos y velan su presencia. No hay poder sobre la tierra que pueda alterar el curso del sol.

         Quizás el sabio estaba usando una metáfora y quería decir que él está alegre cuando quiere, y oculta su alegría cuando lo decide. La luz del sol es símbolo y ayuda del bienestar humano, y bien puede tomarse como parábola de quien dice dominar sus sentimientos hasta el punto de sentirse de buen humor cuando lo desea y tener sus sentimientos en su mano. Pero eso sería aún mayor orgullo e insensatez que el alarde de pretender hacer salir el sol a voluntad. Nadie es señor de su talante ni dueño de su sentir. Puedo uno obligarse a sonreír a la fuerza cuando está enfadado ni la tristeza; al contrario, los intensifica por dentro con la resistencia forzada por fuera. No, tampoco es eso lo que quería decir el sabio.

         ¿ Qué quería decir, pues? Quería decir algo más sencillo y práctico y más conducente al bienestar interior: el sol sale cuando yo lo digo, porque de antemano he dicho que yo quiero que salga cuando le toca salir; y el sol se pone cuando yo lo mando, porque ya le he ordenado que se ponga cuando sea su hora. Bien sencillo. Yo ha aceptado las leyes de la naturaleza tal como son, yo le he dado carta blanca a la vida, yo he declarado solemne y definitivamente ante el tribunal de mi alma que acepto todo lo que venga, cuando venga y como venga. Que surjan los acontecimientos, que se crucen en mi vida las personas, que vengan el gozo y el dolor, que llueva y que truene y que nieve y que salga el sol y que se ponga, que lleguen el día y la noche, que me visiten el amor y el desengaño, que me asalten la risa y el llanto…Todo lo he aceptado de antemano. He unido las vicisitudes de mi vida al ritmo oculto del suceder universal. Estoy a tono con lo que pasa. Me dejo llevar por la vida por gusto propio y decisión declarada. El sol sale cuando yo se lo digo, y se pone cuando yo se lo mando. Y los dos nos reímos porque sabemos el secreto.

         El sol se pondrá cuando yo se lo diga, porque le tengo dicho que se ponga a su hora, que es la mía.           

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