sábado, 20 de agosto de 2011

Vigila tus pensamientos

Lo único que hay que aprender es a estar vigilante. ¡Vigila! Vigila todas tus acciones. Vigila todos los pensamientos que pasan por tu mente. Vigila todos los deseos que se apoderan de ti. Vigila incluso los pequeños gestos: andar, hablar, comer, tomar un baño. Sigue vigilándolo todo. Deja que todo se convierta en una oportunidad para vigilar.No comas mecánicamente, no te limites a engullir. Mantente muy alerta. Mastica bien y no dejes de estar alerta... y te sorprenderá lo mucho que te has perdido hasta ahora, porque cada bocado te proporcionará una enorme satisfacción. Si comes vigilantemente, la comida será más sabrosa. Incluso la comida vulgar sabe bien si estás alerta; y si no lo estás, ya puedes comer la comida más sabrosa, que no tendrá sabor porque no hay nadie que lo advierta. Simplemente, seguirás engullendo. Come despacio, con atención; cada bocado hay que masticarlo y saborearlo.

Huele, toca, siente la brisa y los rayos de sol. Mira la luna conviértete en un estanque callado y, vigilante, y la luna se reflejará en ti con enorme belleza.Muévete por la vida manteniéndote en constante vigilancia. Se te olvidará una y otra vez. No te atormentes por ello; es natural. Durante millones de vidas, nunca has intentado estar alerta, así que es lógico y natural que te olvides una y otra vez. Pero en cuanto te acuerdes, vuelve a vigilar.

Recuerda una cosa: cuando recuerdes que te has olvidado de vigilar, no te pongas triste, no te arrepientas; si lo haces, estarás perdiendo el tiempo otra vez. No te sientas miserable: «Me he vuelto a perder.» No empieces a sentir «soy un pecador». No empieces a condenarte, porque eso es una pura pérdida de tiempo. ¡Nunca te arrepientas del pasado! Vive en el momento. Si te has olvidado, ¿qué más da? Era natural. Se ha convertido en un hábito y los hábitos son difíciles de extirpar. Y no se trata de hábitos adquiridos en una sola vida; son hábitos asimilados durante millones de vidas. Así pues, si eres capaz de mantenerte alerta aunque solo sea unos minutos, puedes estar agradecido. Incluso esos pocos minutos son más de lo que cabía esperar.

Está vigilante. Tiene claridad.Y cuando vigilas, surge la claridad.

Por qué surge claridad de la vigilancia? Porque cuanto más alerta estás, más disminuyen todas tus prisas. Te mueves con más gracia. Cuando estás alerta, tu mente parlanchina parlotea menos, porque la energía que se dedicaba a parlotear se dedica a la vigilancia y se convierte en vigilancia. ¡Es la misma energía! A partir de ahí, cada vez es más la energía que se transforma en vigilancia, y la mente no recibe su ración. Los pensamientos empiezan a adelgazar, empiezan a perder peso. Poco a poco empezarán a morir. Y cuando los pensamientos empiezan a morir, surge la claridad. Ahora tu mente se transforma en un espejo.

Osho--libro conciencia

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