lunes, 22 de agosto de 2011

QUE NOS LLEVAMOS DE ESTA VIDA ???-OSHO

La historia es que un hombre se convirtió en un chakravartin y esto sólo sucede una vez cada miles de años.
Se dice que cuando muere un chakravartin —porque sólo aparece un chakravartin cada miles de años, es un ser excepcional— al morir le reciben en el Cielo con alabanzas y le llevan a un sitio especial.
En la mitología jainista en el Cielo hay unas montañas paralelas al Himalaya. El Himalaya sólo está hecho de piedras, tierra y hielo.
El paralelo del Himalaya en el Cielo recibe el nombre de Sumeru. Sumeru es la montaña suprema; no hay nada más alto que eso, nada mejor que eso. Es oro macizo; en vez de piedras hay diamantes, rubíes y esmeraldas.
Cuando un chakravartin muere es conducido al monte Sumeru para grabar su nombre en él. Es una rara oportunidad, sólo sucede una vez cada miles de años. Este hombre, por supuesto, estaba enormemente emocionado porque iba a escribir su nombre en el monte Sumeru. Es el catálogo supremo de todos los grandes que han existido, y también es el catálogo de los que serán. Este emperador iba a pertenecer a un linaje de superhombres.

El guardián le dio los instrumentos para grabar su nombre. Quería llevarse consigo a algunos de sus hombres; éstos se habían suicidado porque su emperador se estaba muriendo, y no podían imaginar vivir sin él. Su mujer, su primer ministro, su comandante en jefe y todas las grandes personalidades que le rodeaban se habían suicidado, por eso iban con él.
El emperador quería que el guardián dejase entrar a todos para que vieran cómo grababa su nombre, ¿cuál es el placer de ir solo y grabar tu nombre si no hay nadie que lo vea? La verdadera alegría es que lo vea todo el mundo.

El guardián le dijo: —Escucha mi consejo, he heredado esta profesión. Mi padre era guardián, su padre era guardián, hemos sido los guardianes del monte Sumeru desde hace siglos. Escucha mi consejo, no dejes que vayan contigo, si no, te arrepentirás.
El emperador no entendía, pero no podía ir contra su consejo, ¿qué interés iba a tener ese hombre en impedírselo?
El guardián dijo: —Si quieres que lo vean, vete, graba tu nombre y después vienes a buscarlos y, si quieres, se lo enseñas. No tengo ninguna objeción en que te los lleves, pero si decides hacerlo después ya no podrás cambiar de opinión... ya estarán contigo. Vete solo. —Era un consejo muy sensato.
El emperador dijo: —Está bien. Iré solo, grabaré mi nombre y volveré a buscarlos.

El guardián dijo: —Estoy completamente de acuerdo.
El emperador fue y vio el monte Sumeru brillando bajo miles de soles —porque el cielo no puede ser tan pobre como para tener sólo un sol— hay miles de soles, y una montaña dorada mucho más grande que el Himalaya... ¡y el Himalaya tiene casi tres mil kilómetros de longitud! No pudo abrir los ojos durante unos instantes porque le deslumbraba la luz. Después empezó a buscar un sitio, el sitio adecuado, pero se sorprendió porque no había sitio, la montaña estaba llena de nombres grabados.
No lo podía creer. Por primera vez se dio cuenta de lo que era. Hasta ahora había creído que era un superhombre de los que sólo nacen cada miles de años. Pero el tiempo ha existido desde la eternidad; incluso miles de años no tienen importancia, y ha habido muchos chakravartins. No había espacio en la montaña más grande de todo el universo para escribir su pequeño nombre.

Regresó, ahora comprendió que el guardián tenía razón cuando le dijo que no llevara a su mujer, a su comandante en jefe, a su primer ministro y otros amigos íntimos. Era mejor que no vieran esta situación. Seguirían pensando que su emperador era un ser excepcional.
Fue al guardián y le dijo: —No había espacio.
El guardián le contestó: —Eso es lo que te quería decir. Lo que tienes que hacer es borrar algunos nombres y después escribir el tuyo. Es lo que se ha hecho siempre, toda mi vida he visto hacerlo, mi padre solía decir que se hacía. El padre de mi padre... nadie ha visto el Sumeru vacío, con espacio vacío.
»Siempre que llega un chakravartin tiene que borrar varios nombres para escribir el suyo. De modo que aquí no están todos los chakravartins. Se han borrado nombres muchas veces y se han vuelto a grabar otros. Haz tu trabajo y si se lo quieres enseñar a tus amigos, puedes traerlos.
El emperador le dijo:—No, no quiero enseñárselo y ni siquiera quiero escribir mi nombre. ¿Qué sentido tiene? Algún día llegará alguien y lo borrará.
  
»Toda mi vida es un sinsentido absoluto. Ésta era mi única esperanza: que el monte Sumeru, la montaña dorada del cielo, tuviera mi nombre. He vivido para esto, era mi único interés en la vida; estaba dispuesto a matar a todo el mundo para conseguirlo. Ahora cualquier persona puede borrar mi nombre y escribir el suyo. ¿Qué sentido tiene escribirlo? No voy a hacerlo. —El guardián se rió—. ¿Por qué te ríes?—dijo el emperador.

—Es curioso —respondió el guardián—, pero es lo mismo que había oído contar a mis abuelos: al ver toda la historia los chakravartins se van sin escribir nada. No es una novedad, cualquiera que tenga un poco de inteligencia haría lo mismo.
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¿Qué puedes obtener en este mundo? ¿Qué puedes llevarte contigo? ¿Tu nombre, tu prestigio, tu respetabilidad? ¿Tu dinero, tu poder... qué? ¿Tu erudición? No puedes llevarte nada. Tendrás que dejarlo todo aquí. Y en ese momento comprenderás que todo lo que poseías no era tuyo; la misma idea de posesión es errónea.
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Una vez le preguntaron a Buda que es lo que a él más le sorprendía de la humanidad, y respondió:
"... Los hombres, que pierden la salud para juntar dinero,

y luego pierden el dinero para recuperar la salud
y por pensar ansiosamente en el futuro,
olvidan el presente de tal forma,
que acaban por no vivir ni el presente ni el futuro,

viven como si nunca fuesen a morir,
y mueren como si nunca hubiesen vivido..."

El ego no es algo misterioso, es un fenómeno muy sencillo. No sabes quién eres, y es imposible vivir sin saber quién eres. Si no sé quién soy, entonces ¿qué estoy haciendo aquí? Haga lo que haga, dejará de tener sentido. Lo primero y primordial es saber quién soy. Después, tal vez pueda hacer algo de acuerdo con mi naturaleza, que me dé satisfacción, que me lleve a casa.

Pero si no sé quién soy y sigo haciendo cosas, ¿cómo puedo llegar a donde debería ir mi naturaleza, a donde ésta me conduce? He estado yendo de aquí para allá pero nunca podré decir: «He llegado, éste es el lugar que estaba buscando.»
No sabes quién eres, necesitas sustituirlo con otra identidad falsa. Tus posesiones te dan esa falsa identidad.

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