lunes, 22 de agosto de 2011

EL LABORATORIO ----OSHO

Convierte tu vida en un laboratorio interno y empieza a conocer las energías que hay en tu interior, obsérvalas, reconó­celas. Nunca las reprimas, ni siquiera sin hacerlo intencionada­mente. No tengas miedo ni por equivocación; intenta conocer todo lo que hay en tu interior. Si sientes rabia, considérate afor­tunado y agradéceselo a la persona que te ha hecho enfadar, te ha dado una oportunidad, en tu interior ha surgido una energía y ahora puedes observarla. Contémplala en silencio, en soledad; intenta descubrir lo que es.
Cuanto mayor sea tu conocimiento, más profunda será tu comprensión. Cuanto más seas el amo de tu rabia, más te darás cuenta de que está bajo tu control. El día que te conviertas en el amo de tu rabia será el día que puedas transformarla.

Sólo puedes transformar aquello que dominas no puedes cambiar lo que no dominas. Y recuerda, nunca podrás dominar algo contra lo que estás luchando porque es imposible ser el amo de un enemigo; sólo puedes ser el amo de un amigo.
Si te vuelves enemigo de las energías que hay en tu interior nunca podrás convertirte en el amo. Sin amor y amistad nunca podrás vencer.
No tengas miedo ni condenes el tesoro infinito de las ener­gías que hay en tu interior. Empieza a conocer aquello que está oculto en tu interior.

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Las causas no están fuera de ti. La causa fundamental está dentro de ti: pero siempre la buscas afuera, siempre te preguntas quién te está haciendo infeliz, quién es la causa de tu ira, quién es la causa de tu angustia. Y, si la buscas afuera, no la encontrarás. Sólo cierra los ojos y búscala siempre dentro. El origen de toda desdicha, de toda ira, de toda angustia, se esconde en ti: tu yo. Y, si  encuentras el origen, será fácil ir más allá de él  Si descubres que es tu propio yo el que te genera problemas, querrás abandonarlo, porque nadie puede cargar con el origen del sufrimiento una vez que lo comprende.

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El primer paso hacia la conciencia es prestarle mucha atención a tu cuer­po. Poco a poco, uno se va poniendo en estado de alerta ante cada gesto y cada movimiento. Ya medida que te vas ha­ciendo consciente, empieza a ocurrir  un milagro: dejas de hacer muchas cosas que antes hacías. Tu cuerpo se encuentra más relajado, tu cuerpo está más entonado, una profunda paz empieza a prevalecer incluso en tu cuerpo, una música sutil vibra en tu cuerpo.
Después, empiezas a hacerte cons­ciente de tus pensamientos; hay que hacer lo mismo con los pensamientos. Son más sutiles que el cuer­po y por supuesto, también más peligrosos. Y cuando te hagas consciente de tus pensamientos, te sorprenderá lo que ocurre en tu interior

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