viernes, 24 de junio de 2011

Como nos engañamos-osho

Oí contar que Adolf Hitler sufría de una honda depresión, melancolía, y que los psicólogos decían que ello se debía a un complejo de inferioridad. De modo que llamaron a todos los psicólogos arios. Lo intentaron, pero no podían ayudarlo, nada surgía de sus análisis. Así que sugirieron llamar a un psicoanalista judío. Al principio, Hitler no quería llamar a un judío, pero al ver que no le quedaba otra salida, comenzó a ceder. Se convocó a un gran psicoanalista judío. Éste analizó, penetró profundamente en la mente y en los sueños de Hitler y luego sugirió:
—No hay un gran problema. Lo único que debe hacer es repetir una cosa en forma continua: «Soy importante, soy significativo, soy indispensable». Que sea un mantra. De noche, de día, cada vez que pueda, repita: «Soy importante, soy significativo, soy indispensable».
Hitler exclamó:
—¡Deténgase! Me está, dando un mal consejo.
El psicoanalista no lo entendía. Preguntó:
—¿A qué se refiere? ¿Por qué dice que este consejo es malo?
Hitler contestó:
Porque soy tan mentiroso que, sea lo que sea lo que digo, no me lo creo. Si lo oigo a usted decir: «Repita, "soy importante, soy significativo, soy indispensable"», sé que es una mentira. Lo estaré diciendo yo, que soy un mentiroso.

Si uno repite algo a partir de una mentira, lo que diga también será mentira; si uno hace algo por miedo, ese algo también se transformará en miedo. Si uno procura amar desde el odio, lo que logrará será odiar, ese amor no será más que odio oculto; no podrá ser otra cosa; porque uno estará lleno de odio. Si acudes a los predicadores, ellos dirán: «Tratad de amar». Eso es un disparate porque ¿cómo puede una persona llena de odio tratar de amar? Si trata de amar, ese amor surgirá del odio; estará ya envenenado, envenenado desde su fuente misma. Y en eso consiste la desdicha de todos los predicadores.
Gandhi les decía a las personas violentas: «Tratad de ser no-violentas». Entonces, la no-violencia de éstos surgirá de la violencia, así que esa no-violencia no será más que una fachada, un deseo de exhibirse. En lo profundo, hierven de violencia.
De modo que, por favor, no crees conflictos. Si tienes un problema, no crees otro; quédate con el primero, no lo combatas y crees otro. Es más fácil resolver el primer problema que el segundo; y como el primero está cerca de la fuente, el segundo será eliminado.
Cuanto más se aleje el problema de su fuente, más difícil será resolverlo.
Si tienes miedo, tienes miedo; ¿por qué hacer de ello un problema? Sabes que tienes miedo, tal como sabes que tienes dos manos. ¿Por qué hacer de ello un problema? Uno tiene una nariz, no dos. ¿Por qué hacer de ello un problema? El miedo está ahí: acéptalo, regístralo. Acéptalo, no te preocupes por él. ¿Qué ocurrirá? Súbitamente, sentirás que ha desaparecido. Y eso es la alquimia interior: los problemas desaparecen cuando se los acepta, y los problemas se vuelven cada vez más complejos si se crea un conflicto respecto a ellos.
Sí, el sufrimiento está ahí, y, súbitamente, llega el miedo; acéptalo. Está ahí y nada se puede hacer al respecto. Y cuando digo que nada se puede hacer al respecto, no creas que estoy hablándote de pesimismo. Cuando te digo que nada se puede hacer al respecto, te estoy dando la clave para resolverlo.
El sufrimiento está ahí. Es parte de la vida y parte del crecimiento; no tiene nada de malo. El sufrimiento se vuelve maligno sólo cuando uno sufre y nada surge del sufrimiento. Pero te digo que lo divino se puede obtener a través del sufrimiento; entonces, se vuelve creativo. La oscuridad es hermosa si de ella no tarda en surgir el alba; la oscuridad es peligrosa si es incesante, no lleva a amanecer alguno, simplemente continúa y uno queda trabado y se mueve en un círculo vicioso.
Eso es lo que te ocurre a ti. Sólo para escapar de un sufrimiento, creas otro; luego, para escapar de ese otro, otro. Y eso sigue y sigue, y todos esos sufrimientos que no habéis vivido os esperan. Tú has escapado... y escapas de un sufrimiento a otro, porque una mente que ha creado un sufrimiento, creará otro. De modo que uno puede escapar de un sufrimiento a otro, pero el sufrimiento siempre estará ahí, porque la fuerza que lo crea es la mente.
Acepta el sufrimiento y atraviésalo, no escapes. Ésta es una dimensión de trabajo totalmente diferente. El sufrimiento está ahí: ve a su encuentro, pasa por él. Allí habrá miedo, acéptalo. Temblarás, tiembla, pues. ¿Por qué crearse la fachada de que uno no tiembla, de que uno no tiene miedo? Aun si eres cobarde, acepta que es así.
Todos son cobardes. Las personas a las que se llama valientes sólo muestran una fachada. En lo profundo, son tan cobardes como todos los demás; mejor dicho, más cobardes. Sólo que para ocultar su cobardía han creado una valentía que los rodea, y a veces actúan de modo que todos sepan que no son cobardes. Su valentía no es más que una pantalla. ¿Cómo podría el hombre ser valiente?... Si el hombre no es más que una hoja en el viento. ¿Cómo no va a temblar esa hoja? Cuando el viento sopla, la hoja tiembla. Pero nadie le dice a la hoja: «Eres cobarde». Sólo dicen que la hoja está viva. De modo que cuando tiemblas y el miedo se apodera de ti, eres una hoja en el viento. Hermoso, ¿por qué hacer de ello un problema? Pero la sociedad ha creado problemas con todo.
Si un niño le teme a la oscuridad, le decimos: «No temas, sé valiente». ¿Por qué? El niño es inocente, es natural que le tema a la oscuridad. Le fuerzas: «Sé valiente». De modo que también él se fuerza, se pone tenso. Entonces, soporta la oscuridad, pero en tensión; ahora, todo su ser quiere temblar, pero él lo reprime. Ahora, ese temblor sofocado lo seguirá durante toda su vida. Era bueno temblar en la oscuridad, no tenía nada de malo. Era bueno llorar y huir, no tenía nada de malo. El niño habría surgido de la oscuridad con más experiencia, más saber. Y, si atravesaba la oscuridad temblando, llorando y gimiendo, se hubiese dado cuenta de que no había nada que temer.
Cuando uno se reprime, nunca experimenta las cosas en su totalidad, nunca gana nada con ellas. La sabiduría viene con el sufrimiento y la sabiduría viene con la aceptación.
Ocurra lo que ocurra, está cómodo con ello.
No te ocupes de la sociedad y sus condenas. Aquí no hay nadie que te juzgue, y nadie puede pretender ser juez. No juzgues a los demás ni dejes que te perturbe ni incomode el juicio de los demás. Cada uno de vosotros está solo y es único. Nunca fue antes, nunca será después. Cada uno de vosotros es hermoso. Aceptadlo. Y, ocurra lo que ocurra, permite que ocurra y pasa por ello. Pronto, el sufrimiento se volverá esperanza; luego se volverá creativo.
El miedo te dará impavidez. De la ira surgirá la compasión. De la comprensión del odio, surgirá el amor en vosotros. Pero esto no sucede mediante el conflicto, sino yendo con una consciencia alerta. Acepta ir a través de ello. Y si te propones ir a través de cada experiencia, llegará la muerte, la más intensa de las experiencias. Ante ella, la vida no es nada, porque la vida no puede ser tan intensa como la muerte.

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