miércoles, 22 de junio de 2011

EL ORIGEN DEL MIEDO --

El estado de miedo psicológico está divorciado de cualquier peligro real e
inmediato. Puede adoptar diversas formas: desazón, preocupación, ansiedad,
nervios, tensión, temor, fobia, etc. El miedo psicológico del que hablamos
siempre se refiere a algo que podría ocurrir, no a algo que ya está

ocurriendo. Tú estás en el aquí y ahora, mientras que tu mente está en el
futuro. Esto crea una brecha de ansiedad. Y si te has identificado con tu
mente y has perdido el poder y la simplicidad del ahora, esa brecha de
ansiedad será tu constante compañera.
Siempre puedes afrontar el momento presente, pero no puedes afrontar
algo que sólo es una proyección mental; no puedes afrontar el futuro.
Además, mientras sigas identificándote con tu mente, el ego dirigirá tu
vida. Debido a su naturaleza fantasmal, y a pesar de sus elaborados
mecanismos de defensa, el ego es muy vulnerable e inseguro, y se siente
amenazado constantemente.
Por cierto, esto sigue siendo verdadero aunque
externamente esté muy seguro. Ahora bien, recuerda que una emoción es la
reacción del cuerpo a la mente. ¿Qué mensaje recibe continuamente el cuerpo
desde el ego, desde ese falso yo fabricado por la mente?: peligro, estoy
amenazado. ¿Y qué emoción genera este mensaje continuo?: miedo, por
supuesto.*

El miedo parece tener muchas causas: miedo a la pérdida, miedo al fracaso,
miedo a que nos hieran, y así sucesivamente; pero, en definitiva, todos los
miedos pueden resumirse en el miedo del ego a la muerte, a la aniquilación.
Para el ego, la muerte siempre está a la vuelta de la esquina. En este
estado de identificación con la mente, el miedo a la muerte afecta a todos
los aspectos de tu vida.*

Por ejemplo, algo tan aparentemente trivial y «normal» como la necesidad
compulsiva de tener razón en una discusión y demostrar que el otro está
equivocado ”defender la posición mental con la que te has identificado” se
debe al miedo a la muerte. Si te identificas con una posición mental y
resulta que estás equivocado, tu sentido de identidad, basado en la mente,
se sentirá bajo una seria amenaza de aniquilación. Por tanto, tú, como ego,
no puedes permitirte estar equivocado. Equivocarse es morir. Esto ha
motivado muchas guerras y ha causado la ruptura de innumerables relaciones.*

Cuando dejas de identificarte con la mente, el hecho de tener razón o estar
equivocado es indiferente para tu sentido de identidad; de modo que esa
necesidad compulsiva, apremiante y profundamente inconsciente de tener
razón, que es una forma de violencia, deja de estar presente. Puedes
expresar cómo te sientes y lo que piensas con claridad y firmeza, pero tal
expresión no estará teñida de agresividad ni actitud defensiva.
Tu sentido de identidad deriva entonces de un lugar más profundo
 y verdadero dentro de ti, no de la mente.*
OBSERVA CUALQUIER ACTITUD DEFENSIVA que surja en ti. ¿Qué estás
defendiendo?: una identidad ilusoria, una imagen mental, una entidad
ficticia. Haciendo consciente este patrón y observándolo, puedes romper la
identificación con él. El patrón inconsciente comenzará a disolverse
rápidamente a la luz de tu conciencia.*

Este es el final de todas las discusiones y juegos de poder, que son tan
corrosivos para las relaciones. El poder sobre los demás es debilidad
disfrazada de fuerza. El verdadero poder está dentro, y está a tu
disposición ahora.*

La mente siempre trata de negar el ahora y de escapar de él. En otras
palabras: cuanto más te identificas con tu mente, más sufres. O puedes
decirlo de este otro modo: cuanto más capaz seas de valorar y aceptar el
ahora, más libre estarás del dolor y del sufrimiento, más libre de la mente
egotista.*
Si no deseas crear más dolor para ti mismo ni para los demás, si no quieres
añadir más dolor al residuo del pasado que aún vive en ti, no crees más
tiempo, o crea el imprescindible para gestionar los aspectos prácticos de la
vida. ¿Cómo dejar de crear tiempo?*

DATE CUENTA INEQUÍVOCAMENTE DE QUE EL MOMENTO PRESENTE es lo único que tienes. Haz del ahora el  centro fundamental de tu vida. Si antes vivías en
el tiempo y hacías breves visitas al ahora, establece tu residencia habitual
en el ahora y haz breves visitas al pasado y al futuro cuando tengas que
resolver los asuntos prácticos de tu vida.*
Di siempre «sí» al momento presente.
Extracto del libro "Practicando el Poder del Ahora" de Eckhart Tolle*

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