Nada hay tan importante para nosotros los seres humanos, como las relaciones con los demás, tanto que Antoine de Saint Exupery decía que “el ser está hecho de relaciones y sólo éstas le importan”. A veces, sin embargo, las apariencias nos engañan. Vemos personas enloquecidas por ganar más dinero, artistas trastornados por la fama, políticos obsesionados en su lucha tras el poder y eternos don Juanes desesperados por anotar nombres en su interminable lista de conquistas. Todos ellos, al igual que las personas comunes y corrientes que buscamos el amor y bienestar de nuestras familias, necesitamos “inevitablemente” establecer relaciones con los otros, para hacer realidad nuestros sueños.
La mayor parte de nuestras necesidades requieren de la participación de otras personas y por eso las relaciones humanas son tan complejas. Estamos cargados de expectativas, deseos y temores que contaminan todos los vínculos que establecemos en la vida. Quien es inseguro, por ejemplo, con frecuencia se sentirá atacado y desvalorizado por la más mínima observación negativa acerca de su comportamiento. El que tiene un exceso de orgullo será incapaz de comprender y perdonar los errores de los demás. Y el que necesita de continua aprobación, no podrá soportar que otros sean alabados o destacados y tratará de minimizar o ignorar sus logros. Este tipo de actitudes que están por debajo de los comportamientos visibles, son los que complican las relaciones humanas y producen un sinnúmero de dolores y frustraciones.
Todos somos distintos, es cierto, pero también somos muy semejantes en relación a los procesos internos que vivimos.
Todos quisiéramos ser amados, comprendidos y valorados…..entonces
¿por qué parecemos indiferentes y tacaños a la hora de demostrar el afecto, el aprecio, el agradecimiento y la admiración que nos producen quienes nos rodean?
Antoine de Saint Exupery,
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