lunes, 26 de diciembre de 2011

LA PAZ ESTA DENTRO DE TI

La actitud de Emerson, que lo indujo a llamarse “profesor de la ciencia de la Alegría”, es más atractiva que la de Schopenhauer, quien señalaba la futilidad de la vida, proclamaba la vanidad de la existencia y difundía el estado de ánimo de a desesperación. Emerson renunció a aceptar la generalizada doctrina oriental de la resignación melancólica junto con las gemas orientales de la sabiduría que él atesoró. “¡Este mundo pertenece a los que son alegres!”, decía.El placer es una satisfacción que deriva de las cosas y personas que están fuera de nosotros. La felicidad es una satisfacción que deriva del centro de lo más profundo del ser, que está dentro de nosotros. Debido a que nuestros placeres los obtenemos a través de los cinco sentidos, no son más excitantes y más agudos, o más vívidos que los autoinducidos y difusos pensamientos y sentimientos que nos dan felicidad. En suma, el placer es del cuerpo, mientras que algo enteramente inmaterial e impalpable es la fuente de nuestra felicidad. Esto no equivale a decir que todos los placeres hayan de ser rechazados ascéticamente, sino que mientras dependamos sin remedio de ellos a través de un objeto o una persona, sólo dependemos de nosotros mismos en lo que atañe a la felicidad.
Desde el momento en el que un hombre empieza a mirar menos sus mutables posesiones externas y más sus controlables posesiones internas, empieza a tener la posibilidad de una felicidad real. Cuando esta verdad surge en la inteligencia del hombre, él aprende a conservar sus reservas finales ocultas en su corazón. Entonces, sea lo que fuere que sucediere, cualquiera que sea el rumbo de la suerte, nada ni nadie podrá quitarle esa felicidad real. Mientras pueda llevar el conocimiento de la verdad en su cabeza y la paz de Dios en su corazón, podrá llevar consigo, óptimamente, todas sus posesiones –ya se trate de cosas materiales o afectos humanos, de capitales o de honores sociales- en su corazón, y mantenerlas fuera, donde pertenecen, él podrá mantenerse calmo e in conmovido cuando el capricho de la Suerte las perturbe o incluso las destruya. Se habrá aprendido a conservar dentro del corazón solo posesiones inalienables, como la sabiduría y la virtud, sólo lo que nos vuelve serenamente independiente de los giros de la suerte.
Quien depende de los elementos externos juega a los dados con su felicidad. Quien depende de su propio Yo Superior, alcanza infaliblemente la serenidad.

“La tristeza no le cae bien al sabio”, es el recordatorio de un antiguo testo confuciano
. “Para ser un hombre interiormente libre de dolor y preocupación. Se debe ser como el sol al mediodía –que ilumina y alegra a todos. Esto no se da a todos los humanos, -sólo a aquel cuya voluntad se dirige a lo “Lo Grande” es capaz de hacerlo. Porque el atributo de lo “Grande” es el júbilo”.

 

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