Carlos, era piloto de un bombardero en la guerra de Malvinas.
Después de muchas misiones de combate, su avión fue derribado por un misil.
Carlos se lanzó en paracaídas, fue capturado y fue a una prisión del pirata inglés. A su regreso a Argentina, daba conferencias relatando su odisea, y lo que aprendió en la prisión.
Un día estaba en un restaurante y un hombre lo saludó:
Le dijo "Hola, usted es Carlos, era piloto en Malvinas y lo derribaron verdad?" "Y usted, ¿cómo sabe eso?", le preguntó Carlos.
"Porque yo doblaba su paracaídas. Parece que le funcionó bien, ¿verdad?"
Carlos casi se ahogó de sorpresa y con mucha gratitud le respondio.
"Claro que funcionó, si no hubiera funcionado, hoy yo no estaría aquí."
Estando solo Carlos no pudo dormir esa noche, meditando:
¿“Se preguntaba Cuántas veces vi en la base a ese hombre y nunca le dije buenos días, yo era un arrogante piloto y él era un humilde marinero?"
Pensó también en las horas que ese marinero paso en las entrañas del hangar enrollando los hilos de seda de cada paracaídas, teniendo en sus manos la vida de alguien que no conocía.
Ahora, Carlos comienza sus conferencias preguntándole a su audiencia:
¿"Quién dobló hoy tu paracaídas?".
Todos tenemos a alguien cuyo trabajo es importante para que nosotros podamos salir adelante. Uno necesita muchos paracaídas en el día: uno físico, uno emocional, uno mental y hasta uno espiritual.
A veces, en los desafíos que la vida nos lanza a diario, perdemos de vista lo que es verdaderamente importante y las personas que nos salvan en el momento oportuno sin que se los pidamos.
Dejamos de saludar, de dar las gracias, de felicitar a alguien , o aunque sea, decir algo amable sólo porque sí.
Hoy, esta semana, este año, cada día, trata de darte cuenta quién dobla tu paracaídas, y agradécelo.
Las personas a tu alrededor notarán ese gesto, y te lo devolverán doblando tu paracaídas con ese mismo afecto
Todos necesitamos de todos, por eso demuéstrales tu agradecimiento.
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