No hay que llenar vacíos, hay que habitar espacios.
Hay un capítulo de la vida llamado desapego. Es la cualidad que permite establecer con las personas, con las cosas y con las etapas de la vida una relación de autonomía, de autenticidad. El desapego se relaciona con el abandono del ansia y del deseo, que en la filosofía oriental, son consideradas generadores de dolor y sufrimiento. No poder desapegarse de una persona, de un hábito, de una idea, de un objeto, lleva a establecer con ellos relaciones de posesión o de sumisión. El apego es una actitud que nos deja encadenados al pasado, mientras tanto la vida continúa sucediendo.
El apego a una relación, a una costumbre, a un espacio, a una actividad, a una idea, a una práctica, puede llegar a ser tóxico o disfuncional. El apego traba nuestro andar por la vida, carga nuestro equipaje con lo innecesario, nos impide escoger lo necesario.
El desapego es “EL ARTE DE SOLTAR”
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