domingo, 15 de abril de 2012

LECCION DE OPTIMISMO

“Ya véis que no soy un pesimista ni un desencantado, ni un vencido, ni un amargado por derrota ninguna: a mí no me ha derrotado nadie; y aunque
así hubiera sido, la derrota sólo habría conseguido hacerme más fuerte,
más optimista, más idealista; porque los únicos derrotados en este mundo
son los que no creen en nada, los que no conciben un ideal, los que no ven
más camino que el de su casa o su negocio, y se desesperan y reniegan de sí
mismos, de su patria y de su Dios, si lo tienen, cada vez que les sale mal
algún cálculo financiero o político de la matemática de su egoísmo.
Trabajo va a tener el Enemigo para desalojarme a mí del campo de batalla!
El territorio de mi estrategia es infinito, y puedo fatigar, desconcertar,
desarmar y aniquilar al adversario, obligándolo a recorrer distancias
inmensurables, a combatir sin comer, ni beber, ni tomar aliento, la vida
entera, y cuando se acabe la tierra, a cabalgar por los aires sobre corceles
alados, si quiere perseguirme por los campos de la imaginación y del
ensueño. Y después el Enemigo no puede renovar su gente, por la fuerza o
por el interés, que no resisten mucho tiempo; y entonces, o se queda solo,
o se pasa al Amor, y es mi conquista, y se rinde con armas y bagajes a mi
ejército invisible e invencible.”

Fragmento de una página del discurso de Joaquín V. González “La Universidad y el alma argentina” (18
de Septiembre de 1918)

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